Amazon finalmente rompió el silencio y dio la explicación oficial del apagón digital que dejó a millones de usuarios sin acceso a servicios esenciales en todo el mundo. La compañía atribuyó la interrupción masiva a un problema en su sistema de nombres de dominio (DNS), un componente fundamental aunque muchas veces invisible de la arquitectura de internet.
El gigante tecnológico detalló que una falla en este esquema fue el origen del desastre. El DNS es, básicamente, el «traductor» de internet: convierte las direcciones web que tipeamos en el teclado en las direcciones IP numéricas que entienden las computadoras. Cuando ese traductor se rompió, se generó un efecto dominó que paralizó a cientos de plataformas.
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El minuto a minuto de la crisis, según el propio panel de estado de Amazon Web Services (AWS), empezó con una alerta “tibia”. La compañía informó que estaba «investigando tasas de error y latencias aumentadas» en la Región 1 del Este de Estados Unidos (Virginia), uno de sus centros de datos más críticos y antiguos del planeta.
Poco después, la situación se salió de control. La empresa confirmó que enfrentaba «tasas de error significativas» y que sus ingenieros trabajaban «activamente» para solucionarlo. La sospecha más fuerte es que un cambio en la configuración o una actualización de software en esos servidores salió mal y desató el caos. El impacto fue tan profundo que 64 de los propios servicios internos de Amazon se vieron afectados por la caída.
La interrupción es considerada la más grande en internet desde el histórico fallo de CrowdStrike el año pasado, que llegó a paralizar sistemas tecnológicos de hospitales, bancos y aeropuertos a escala global. Esta vez, el golpe se sintió fuerte en el comercio electrónico y las finanzas digitales.
La luz al final del túnel apareció unas tres horas después del colapso. Amazon informó que observaba una «recuperación» en la mayoría de los servicios y que las plataformas globales afectadas se estaban restableciendo. Sin embargo, advirtieron que seguían trabajando en una «resolución completa». Expertos en ciberseguridad explicaron que este «proceso de recuperación lento y accidentado» es completamente normal, similar a un gran apagón eléctrico, donde la energía vuelve de a ratos mientras los técnicos reparan la red.
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El efecto dominó en Argentina: Mercado Libre, bancos y la SUBE, paralizados por la caída
El colapso global tuvo sus consecuencias inmediatas y caóticas en el país. Desde la madrugada del lunes, miles de usuarios argentinos empezaron a reportar fallas masivas en Mercado Libre. La plataforma quedó prácticamente inutilizable: era imposible efectuar pagos, realizar transferencias, seguir pedidos o siquiera acceder al sitio web.
Fuentes de la propia empresa consultadas por La Nación tuvieron que salir a confirmar el golpe. “Mercado Libre y Mercado Pago reconocen que hubo una inestabilidad en sus aplicaciones», explicaron, y adjudicaron la responsabilidad directa a la «falla generalizada y extendida en el sistema de Amazon Web Services». En ese momento, aseguraron que sus equipos estaban «trabajando rápidamente para restablecer el sistema».
Pero el gigante argentino no fue la única víctima. La caída de AWS, la red de servidores en la nube más grande del mundo, arrastró consigo a una larga lista de servicios locales. Billeteras virtuales como Ualá y Naranja X, e incluso bancos como Galicia, experimentaron problemas similares, con errores constantes al intentar procesar pagos o acreditar dinero.
La dependencia de esta infraestructura quedó expuesta de la peor manera, afectando incluso al transporte. La aplicación SUBE Digital también sufrió las consecuencias, y miles de usuarios reportaron la imposibilidad de recargar saldo desde sus aplicaciones móviles durante la mañana. Para la tarde del lunes, el sitio de Amazon confirmó que el servicio estaba «impactado» y que la mayoría de las plataformas, aunque lentamente, se encontraba en vías de recuperación.
TC/ML
