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El anton pirulero para salvar a Milei: el FMI, los gobernadores, el PJ y la CGT juegan su juego

El terremoto electoral de la última semana dejó a Javier Milei tambaleando como nunca desde que llegó a la Rosada. La debacle libertaria en la provincia de Buenos Aires no fue cualquier cosa: el distrito concentra al 38% del electorado del país y marcó un rechazo abierto al plan de ajuste y saqueo. Pero, lejos de caer su política antipopular, Milei afirma que quiere profundizarla. ¿Por qué? ¿Quién lo sostiene cuando todo parece desmoronarse? El elenco de salvataje va desde el FMI, pasando por los gobernadores y el peronismo, hasta la CGT, cada uno jugando su propio «anton pirulero».

El FMI, sostén internacional y verdugo de los laburantes

La primera línea de defensa de Milei llegó desde el corazón de la financiera imperialista. Apenas se conocieron los resultados bonaerenses, los mercados entraron en pánico: bonos en picada, riesgo país en alza, dólar disparado. Pero el FMI después de un día y medio salió a bancar al gobierno: Julie Kozack, vocera del organismo, bendijo el ajuste y la motosierra, celebrando el compromiso de Caputo y Milei con el «ancla fiscal» y la «agenda de desregulación». El propio Milei, envalentonado, prometió no moverse «ni un milímetro» de ese rumbo, dejando en claro que su prioridad es seguir al pie de la letra las recetas del Fondo, aunque eso signifique hambre y miseria para millones.

El FMI apuesta fuerte a Milei porque es el mejor peón para garantizar el saqueo de recursos, el pago de la deuda y las ganancias de los grandes empresarios y fondos buitres. Si el plan fracasa, ya sabe que el peronismo tampoco va a romper con el Fondo, como demostró en la era Fernández. Por eso, mientras el pueblo protesta, el FMI banca a un gobierno cada vez más débil y servil.

Provincias Unidas: gobernadores y el “federalismo” de la foto

Mientras que Milei sufre la peor derrota desde el inicio de su gobierno, los gobernadores de Provincias Unidas tejen su propio acto de poder. La cita es en la exposición rural de Río Cuarto, Córdoba, del 10 al 14 de septiembre. El objetivo: una foto de impacto en el interior productivo, sacando pecho después de la derrota de Milei en Buenos Aires. Llaryora (Córdoba), Pullaro (Santa Fe), Schiaretti, Sadir (Jujuy), Vidal (Santa Cruz) y Valdés (Corrientes), con la Mesa de Enlace y la Sociedad Rural, buscarán mostrarse como una opción «superadora» al libertarismo y al kirchnerismo, para negociar mejor con el gobierno. Es que los gobernadores «opositores» están entongados con las grandes patronales que vienen haciendo críticas a la política económica del gobierno, como es el caso de Paolo Roca de Techint. Mientras el dueño de Ternium-Siderar y Tenaris-Siderca está llevando a cabo despidos arbitrarios y el bloqueo de ingresos a trabajadores en huelga.

Este armado federal nació del descontento social en sus provincias: despidos, cierre de industrias, caída del empleo. Pero en vez de enfrentar realmente el ajuste, los gobernadores apuestan a negociar recursos y a consolidar un polo de poder propio en el Congreso. Su discurso es de “diálogo”, pero en los hechos aplican el mismo ajuste y dejan pasar la ofensiva patronal. La foto en Río Cuarto será una muestra de fuerza, sí, pero para negociar mejor con el poder central y seguir jugando a dos puntas.

Cristina Kirchner, Urtubey y el peronismo: todo queda en familia y el decreto 70/2023 en pie

Donde Milei fracasa, el peronismo busca capitalizar el desgaste. Cristina Kirchner, aun cumpliendo prisión domiciliaria, volvió a la rosca: recibió a Juan Manuel Urtubey en su departamento. Después de una década de distancia, CFK aceptó respaldar la candidatura de Urtubey a senador por Salta, con el objetivo de juntar fuerzas para un “frente anti Milei” que contenga desde el kirchnerismo hasta las expresiones más conservadoras del PJ del interior. Urtubey, que gobernó Salta 12 años, una provincia marcada por la desnutrición infantil y la precariedad. Ahora vuelve como la cara del “peronismo racional”, listo para cuidar los intereses de las patronales sojeras, mineras y cañeras, un operativo retorno que acompaña Sergio Massa, y el acuerdo fue bendecido por la intervención del PJ salteño, que Cristina ordenó para garantizar disciplina. Pero, más allá de los discursos de campaña, ni el kirchnerismo ni el peronismo ponen en pie una resistencia real: a lo sumo se limitan a denunciar a Milei mientras esperan el 2027 para volver a ser gobierno sin romper con el FMI ni con los grandes grupos empresarios.

No obstante, en el Congreso, con la oposición actual, está al alcance de la mano tirar abajo el Decreto 70/2023, que habilitó un traspaso de derechos y de recursos naturales a las patronales y el desguace del Estado, completamente inconstitucional. Ya fue rechazado en el Senado y solo falta que se trate en la Cámara de Diputados. Se precisan solo 5 diputados para tratar su anulación en diputados (con los 5 diputados de la izquierda que apoyarían su tratamiento) se podría terminar con el mega decreto que además de pretender barrer con la Salud y la Educación pública, como venimos viendo, avanza sobre protecciones y garantías individuales y colectivas de amplios sectores de la sociedad en una enorme cantidad de temas.

La CGT: la tregua criminal y la espalda a las luchas obreras

En este juego, la burocracia sindical es clave. La CGT, encabezada por sectores alineados con Kicillof, hace campaña electoral mientras mira para otro lado frente a la avanzada patronal. Las fábricas arden: despidos en Siderar, Siderca, ILVA, La Suipachense, Vassalli, Petroquímica Río Tercero, Granja Tres Arroyos, BGH, Acindar, y siguen las firmas. Mientras tanto, la CGT mantiene una “tregua criminal”, sin convocar a paro general ni a plan de lucha, permitiendo que las patronales aprovechen cada gramo de gobernabilidad que le queda a Milei para aumentar la explotación y recortar derechos.

Mientras el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, volvió a reclamar un llamado del presidente Javier Milei buscando tener «un diálogo respetuoso”. El Ministerio de Trabajo bonaerense tampoco mueve un dedo. Kicillof ganó la provincia con el voto castigo al ajuste, pero su gabinete deja hacer. Las patronales avanzan, la bronca crece, pero la contención sindical mantiene los conflictos aislados. El resultado: los trabajadores enfrentan solos despidos, deudas salariales y amenazas de reformas laborales, mientras la dirigencia sindical y política juega a esperar y sostener de hecho al gobierno.

La estrategia de la izquierda: derrotar todo el plan, ahora

El clima es de creciente conflictividad. Las movilizaciones y piquetes de los últimos meses –huelgas de tercerizados en Ternium Siderar, ocupación de Petroquímica Río Tercero, piquetes ceramistas en ILVA, paros y acampes en La Suipachense y Vassalli– muestran que la bronca está ahí, lista para estallar si la contención se quiebra. Pero los que en campaña se acuerdan de los jubilados y las personas con discapacidad vuelven rápido a su juego: los gobernadores, a negociar recursos; Cristina y el PJ, a armar frentes para el 2027; la CGT, a la espera. Y Milei, con menos poder, pero sostenido por todos ellos, sigue descargando la crisis sobre el pueblo trabajador.

Mientras tanto, la izquierda es la única fuerza que plantea claramente que hay que derrotar todo el plan. La única salida real es organizar desde abajo, coordinar las luchas, imponer la convocatoria a asambleas en los lugares de trabajo donde sea posible, exigir un paro general que inicie un plan de lucha hasta derrotar al gobierno, al FMI y a las grandes patronales.

No hay tiempo para esperar recambios electorales. Los trabajadores tienen la fuerza para parar la mano a este ajuste. Hace falta un programa claro: aumento general de salarios y jubilaciones, prohibición de despidos, ocupación de fábricas que cierren o despidan masivamente, pase a planta de contratados y tercerizados, y dejar de pagar la deuda para destinar recursos a salud, educación y vivienda. Solo así se puede impedir que las patronales avancen y abrir una salida de los trabajadores y el pueblo pobre.

La historia reciente lo demuestra: cada vez que la bronca popular se organiza de verdad y se planta en las calles, las patronales tiemblan y el poder retrocede. Es un momento importante para discutir una salida propia a la crisis que quieren descargar en nuestras espaldas. Necesitamos levantar una fuerza política de los trabajadores, un partido propio, independiente del PJ, las patronales y sus partidos.

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