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Todo muy normal

Amigo vecino de Constitución, ¡calma!. San José 1111 puede dejar de ser una unidad básica a cielo abierto de cumplirse el pronóstico de la Jueza federal María Romilda Servini de Cubría, la “Chuchi” para los amigos. Dijo que no ve que Cristina vaya a estar mucho tiempo presa, que la prisión domiciliaria es “conflictiva” y que va a llegar “un momento en el que no la van a poder contener”. No especificó si a la prisión o a la presa.

Si bien es cierto que no lo consideró un hecho inminente y aclaró que solo hablaba por instinto y experiencia personal, la magistrada abrió una puerta –simbólicamente, claro- para que a nuestra nobel Evita balconera le amplíen los límites de la tobillera o directamente se la saquen antes de que se cumplan los seis añitos de esta condena (se le vienen tres juicios más).

Qué cambiado que está el barrio desde que le aceptaron la domiciliaria y solo le permiten salir al bacón como pájaro cucú. Lo conozco bien. Viví en San Juan y Cevallos, después en Humberto 1° y Solís y, más tarde, en San Juan y San José, a una cuadrita apenas. Estuve por allí el fin de semana y era tanto el frío que la ventana del balcón estaba cerrada. Una pena. Tampoco pude hablar con militantes: o estaban todos engripados o se les acabó el entusiasmo. ¿Chi lo sa?, como diría el amigo Carlos Pagni.

Vista aérea del curioso serpenteo para evitar accidentes en Pensilvania

Solo un comerciante resistía el frío y la incertidumbre de saber a qué hora le cortarían la calle, empezaría una nueva batucada o le llenarían la esquina con gazebos, choripaneadas y desechos malolientes.

Me contó que hubo días en que para llegar a su local tuvo que recorrer un camino serpenteado, como el que les obligaron a transitar a los habitantes de Montgomery Township, en Pensilvania, Estados Unidos. No me diga que no se enteró, querido lector. Las autoridades del lugar repintaron la señalización del pavimento de forma ondulada. Es decir, para quedar dentro de las líneas amarillas había que ir en zig-zag con el auto. Dicen que hicieron eso para evitar accidentes, porque la calle se había transformado en una pista de carreras.

Por un momento imaginé ese recorrido de borracho en los alrededores de la casa-prisión de Cristina y me causó gracia, hasta que me subí al auto para ir al diario, en Vicente López. Tomé por la Avenida del Libertador y, gracias al trazado que nos legó Rodríguez Larreta, fui zigzagueando el pavimento de lado a lado con un montón de automovilistas –estimo que de otros distritos- desconcertados por el inusual bailecito.

¿A dónde voy con esto? A que sea pato o gallareta, nos van a obligar a acostumbrarnos a lo que fuere, como nos pasa siempre. Eso sí, a los amigos de Montgomery les deben repintado ya el pavimento con las líneas como corresponde. Se quejaron por los trastornos que les provocaba y los escucharon. ¿Logrará nuestra Rapunzel salir de la torre de su encierro antes de que se cumpla la condena o dejará crecer la cabellera para hacer subir a quienes hoy la Justicia le niega? ¿Chi lo sa? ¿Servini de Cubría?

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