Lo que arrancó como una tarde común de fútbol en Dock Sud terminó con gritos, corridas, balazos y tres personas heridas. Y el protagonista del escándalo no fue un improvisado cualquiera, sino nada menos que Cristian Nahuel ‘Perrito’ Barrios, jugador profesional de San Lorenzo, que actualmente está a préstamo en Barracas Central.
Todo ocurrió en un torneo barrial, de esos que juntan a los vecinos, los parlantes y las ganas de jugar por la camiseta. Según informaron desde el Ministerio de Seguridad bonaerense, la violencia estalló tras una pelea entre dos futbolistas -identificados como “Santi Barrios” y “Kevin”– que rápidamente escaló y terminó involucrando a familiares -entre ellos el jugador de San Lorenzo– y gente del público.
Lo más grave vino después. De acuerdo al testimonio de varios presentes, “Santi”, primo del jugador, fue hasta una camioneta RAM negra estacionada cerca de la cancha y llamó al Perrito. Lo que pasó luego dejó a todos helados: el futbolista bajó del vehículo con un arma en la mano y empezó a disparar.
Leila García, una joven árbitra de apenas 24 años, recibió un balazo en la pierna derecha y, tras ser amenazada, fue alcanzada por otros dos disparos. También resultó herido Pablo Nicolás Godoy, un espectador de 30 años, con dos impactos en la pierna izquierda. En medio del caos, el propio Barrios terminó con una herida de bala en el muslo, aunque todavía no está claro cómo ocurrió.
EL ESCÁNDALO DEL PERRITO BARRIOS EN UN TORNEO AMATEUR QUE TERMINÓ A LOS TIROS
Todos fueron trasladados al Hospital Fiorito y, aunque se encuentran fuera de peligro, el impacto del hecho generó conmoción. La fiscalía de Avellaneda ordenó la detención inmediata del futbolista, quien quedó imputado por abuso de arma en concurso real con amenazas.
Actualmente, Barrios permanece internado bajo custodia policial en un hospital de la ciudad de Buenos Aires. Y si bien la causa ya es grave, no se descarta que en las próximas horas se le sumen nuevos cargos. En medio de todo esto, otro escándalo involucra a San Lorenzo, que es dueño del pase del futbolista.
Una vez más y por esta pasión desmedida que a veces se vive, el fútbol se tiñó de sangre en un contexto donde la violencia sigue ganando terreno, incluso en espacios donde, en teoría, todo debería girar alrededor de una pelota.