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Santiago Caputo se queda con el control de la UIF y acumula más poder en las áreas más sensibles del Gobierno

Para contemplar el poder de Santiago Caputo, no basta con ver el desfile permanente de ministros, secretarios de Estado y legisladores en la antesala de su despacho en el Salón Martín Fierro, de la Casa Rosada, aunque en los últimos días pasaron el canciller Gerardo Werthein, el ministro de Salud Mario Lugones, el jefe de la AFI Sergio Neiffert y José Luis Espert, entre otros.

Tampoco alcanzan los elogios del Presidente que lo tilda de “genio”, “gigante” y como “el arquitecto” de su victoria. Para comprender el poder real del asesor presidencial, que ocupa uno de los vértices del triángulo de “hierro presidencial” con un contrato temporal, es necesario repasar el organigrama del Ejecutivo, donde el antiguo consultor colocó dirigentes que le responden directamente, sin intermediarios.

Sus últimos movimientos fueron los más sonoros y los que más rispideces generaron con el PRO. El más reciente, este jueves, lo marcó la salida del titular de la Unidad de Información Financiera (UIF) Ignacio Yacobucci, que será reemplazado por el ex fiscal federal Paul Starc, que responderá directamente a Caputo.

Se trata del ex fiscal federal, ex funcionario de Daniel Scioli en la gobernación bonaerense y también del ex esposo de María Eugenia Talerico, la ex vice del organismo antilavado en el Gobierno de Mauricio Macri y una voz pública muy crítica contra el principal estratega del Presidente. Caputo completó una jugada en dos pasos y se quedó con el control total del organismo anti-lavado. El año pasado había logrado correr al número 2 de la UIF, Manuel Tiesso y poner, en octubre, en su lugar a Santiago Martín González Rodríguez.

No es el único organismo con información hipersensible sobre el que el asesor tiene injerencia. En la reformada ARCA -que en los papel domina Juan Pazos, un hombre de Luis Caputo, tío del asesor- gana influencia el jefe de la DGI Andrés Vázquez, un funcionario de carrera en el organismo que se hizo fuerte durante el kirchnerismo en la ex AFIP hasta que fue apartado de su cargo. Desde que asumió, en octubre, enfrentó una denuncia por inmuebles en Estados Unidos que no declaró ante la Oficina Anticorrupción y otra por ascender a su pareja María Eugenia Fanelli, funcionaria del mismo organismo. Ofreció su renuncia a Caputo, que la rechazó.

El asesor presidencial ya había avanzado sobre la SIDE, donde colocó al mencionado Neiffert, antes de avanzar con la reestructuración del organismo de Inteligencia. A fin de año, en el mismo movimiento acumuló más poder y golpeó a la administración porteña. Lo hizo al nombrar como señor 5 al ex secretario de Seguridad de la Ciudad, Diego Kravetz.

Caputo teje además en las negociaciones con los sindicatos donde posicionó a un hombre de su extrema confianza, el joven Manuel Vidal, ex jefe de Gabinete de Soledad Acuña, esposa de Kravetz, en el ministerio de Educación porteño hasta diciembre de 2023.

En el ministerio de Justicia manda en realidad el viceministro, Sebastián Amerio, un amigo personal, que también tiene asiento en el Consejo de la Magistratura. El ministro de Salud es el padre de un amigo personal y socio en la consultora Move.

La secretaria secretaria de Planeamiento Normativo de Presidencia María Ibarzabal Murphy, que tuvo a su cargo la reacción de los cambios a la ley de Acceso a la Información y aspectos técnicos de la Ley Bases, le responde en un 100%. El vicejefe de Gabinete ejecutivo, José Rolandi, llegó a su puesto durante la breve gestión de Nicolás Posse y siguió con Guillermo Francos, aunque está más cerca de Caputo.

El consultor ganó influencia en organismos descentralizados como Arsat, con el titular, Mariano Greco, y con el Enacom, con Juan Martín Ozores. Bajo la órbita administrativa de su tío Ministro de Economía, trabaja Diego Chaher, quien está a cargo de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, que allana el camino para las privatizaciones.

En la Cancillería pisa fuerte Nahuel Sotelo, el secretario de Culto y Civilización, que integra el Grupo San Miguel junto al jefe del bloque de LLA en la Legislatura, Agustín Romo, un referente 100% de Caputo, que tiene una oficina próxima a la del asesor presidencial. El asesor también tiene injerencia en la comunicación digital del Gobierno y en el ecosistema de militantes digitales e influencers políticos del oficialismo, que este año podrían dar el salto a las listas de candidatos.

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