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Apuestas en el ascenso: Algo se rompió en el fútbol

En el primer gol, Uirá Marques de Oliveira, zaguero brasileño del Club Sportivo y Biblioteca Atenas, de Río Cuarto, cerró apurado y la metió contra su propio arco. En el segundo, cometió mano penal, no cobrada, y en el rebote llegó el 2-0. Y, ya en el complemento, otra vez Uirá, displicente, a un metro de la línea de gol, dejó picar dos veces la pelota, que terminó nuevamente dentro de su arco. 0-3 y dos goles en contra, aunque la planilla dio el segundo al pibe de 17 años Gerónimo Salinas, de Juventud Unida Universitario, de San Luis.

Tras el partido, jugado el 29 de septiembre pasado en San Luis, por la Reválida del Torneo Federal A, la Lotería de Córdoba denunció un movimiento de apuestas sospechosas que acertaban el marcador. La Fiscalía de Cibercrimen de Río Cuarto ordenó allanamientos y secuestró celulares y otros dispositivos, pericias que demorarán algunas semanas. El principal nombre implicado es Federico Felippa, presidente de Atenas. Puede ser un escándalo. Aseguran que está lejos de ser el único.

Salidas anticipadas del capitán, primero, y del DT y una decena de jugadores luego, habían llamado la atención en Atenas. Lo mismo que los mediocres jugadores serbios Uros Milenkovic y Milos Zjaca, titulares en derrotas de visitante y, al partido siguiente, ni siquiera en el banco. ¿Acaso hubo apuestas similares ya desde hace tiempo en casas ilegales y solo saltó la del partido en San Luis porque, por impunidad, codicia e ignorancia, fue realizada en una casa oficial que pasó la alarma a la justicia? Otros van encontrando respuesta al interrogante de cómo pudo Atenas -que recién ayer emitió un comunicado oficial- afrontar un presupuesto mensual estimado de 50 millones de pesos con apenas doscientas personas jugando de local y obligado a viajar por el país, según lo impone a sus 38 equipos el durísimo calendario del Torneo Federal A.

Algo se rompió en el fútbol, espina dorsal de la sociedad argentina. Entre el dinero que no alcanza, el espíritu de época de supervivencia individual y gerenciamientos sombríos que se aprovechan de la desesperación, los tentáculos alrededor de las apuestas deportivas les abrieron la puerta a una nueva clase de futbolistas profesionales: cada vez más jugadores de las categorías inferiores del Ascenso salen a la cancha a dejarse perder”. Lo escribió el domingo pasado el colega Andrés Burgo en un formidable informe publicado por elDiarioAR, que describe clubes empobrecidos que se venden a grupos empresarios que digitan resultados en canchas más anónimas y en conexión con casas ilegales de apuestas en Asia.

Hubo alertas en otros partidos previos de 2024. Solo algunos ejemplos:

Hoy patrocinadoras centrales del espectáculo deportivo, las casas de apuestas, además del drama de la ludopatía, provocan (en este caso los ilegales) escándalos de corrupción en todos lados. En un congreso internacional celebrado en abril pasado en Buenos Aires, el fiscal brasileño Fernando Cesconetto impactó a todos cuando nos hizo escuchar audios de jugadores y representantes combinando arreglos ý también amenazas. ¿Qué nos podrán decir los teléfonos secuestrados por la justicia de Río Cuarto?

Todo cotiza, incluida una tarjeta. Lo sabe Kevin Lomónaco, hoy en Independiente, y que jugaba en Bragantino cuando fue condenado en uno de los escándalos en Brasil, cuyo fútbol sufrió ayer otro golpe. Nada menos que Bruno Henrique, de Flamengo, quedó bajo investigación por tarjetas deliberadas que, supuestamente, favorecieron apuestas de familiares en Belo Horizonte.

Y todavía sigue bajo investigación Lucas Paquetá, crack de la selección, por cuatro tarjetas amarillas jugando para el inglés West Ham entre 2022 y 2023. En ambos casos son sumas pequeñas, pero el movimiento de apuestas fue inusual. En el caso de Paquetá, apostaron a que sería amonestado cerca de sesenta de los 3.600 habitantes de la bonita isla natal del jugador (el ciudadano más famoso en la isla de Paquetá, en Río). Su tío rechazó responder a preguntas ante una comisión del Senado brasileño que ya citó al propio Paquetá. “Si el jugador es inocente”, ironizó un portal brasileño, “la isla podrá presumir de tener la mayor concentración de adivinos del planeta”. Se apuesta, se supone, para ganar más dinero. Algunos lo estarán haciendo. El fútbol pierde por goleada.

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