Pocas «actividades» tienen tan baja reputación como la de ser «barrabrava» de un equipo de fútbol. Ni los políticos están tan mal vistos ni los «trapitos» son tan temidos como los muchachos que cuelgan las banderas, hacen sonar los bombos y se suben arriba de los paravalanchas incluso sin ver, muchas veces, cómo se juegan los partidos. Están de espaldas a la cancha y arengándose entre ellos. Son odiados, repudiados y evitados, todo al mismo tiempo. Algo así como la suma de todos los males.
En otras épocas, las «barras» se enfrentaban entre ellas a puñetazo limpio para dejar «bien parada» la honra del club. Nada de «correr», o «evitar un enfrentamiento» o «tirar piedras». No, eso podía «manchar» la imagen del equipo, del barrio o de la ciudad, que había que defenderla con las manos, el rostro y el resto del cuerpo siempre «yendo al frente». Cualquier otra cosa representaba la expulsión inmediata de «la barra» o la «hinchada», como también se la denominó.
Las «guerras» fueron aumentando su intensidad y un día -porque siempre pagan justos por pecadores- la «seguridad deportiva» decidió que ya no hubiera visitantes. Es decir, los hinchas comunes ya no pudieron seguir a sus equipos «a todas partes» y los marginales ya no pudieron cruzarse con sus enemigos: empezó, entonces, «la era de las internas». Las peleas ya no fueron con barras de otros cuadros, sino contra «facciones» disidentes del mismo club. Increíble, pero real. Hasta hubo muertes de simpatizantes de un equipo perpetradas por hinchas de ese mismo equipo.
Las barras se pusieron nombres. Algunos ingeniosos y otros medios sonsos como puede sonar el de «hinchas caracterizados» que usa solamente el periodismo, una vez más alejado de los usos y costumbres de la gente. La barra de Boca es «La 12», la de River «Los Borrachos del tablón», la de Independiente «Somos nosotros», la de Racing «La Guardia Imperial», la de San Lorenzo «La Butteler», la de Huracán «La banda de la Quema», la de Velez «La Pandilla», la de Estudiantes «Los leales», la de Gimnasia «La 22», la de Lanus «La 14», la de Central «Los guerreros», la de Newells «La hinchada más popular» y así sucesivamente. Cada «barra» tiene una denominación específica.
TRABAJO CON TINELLI, PROTAGONIZO SEX, TUVO MIL NOVIAS Y HOY ES BARRABRAVA DE RACING
Si bien son rechazadas por una enorme mayoría de la sociedad y por gran parte del ambiente futbolero, las barras -hay que decirlo- también ejercen cierto magnetismo y cierta atracción para otro sector de la gente. No han faltado, en ese sentido, famosos, jugadores, deportistas y hasta mujeres que han querido vivir la experiencia de pasar un día en «el lado oscuro del tablón». El último ejemplo se dio el último fin de semana, cuando Racing e Independiente reeditaron el vielo clásico de Avellaneda, pero recién se dio a conocer en las últimas horas al subirse un video en las redes sociales.
En las imágenes se puede observar en «la primera fila» de la Barra de Racing, La Guardia Imperial, formando parte del sector dominante conocido como «Los Pibes de Racing», nada más y nada menos que a Martín Salwe, aquel que fue locutor de los programas de Tinelli, después pasó al otro lado del mostrador y participó del Bailando, tuvo tanto rebote allí que José María Muscari lo transformó en una de las figuras de la transgresora y exitosa obra de teatro Sex, tuvo mil novias y protagonizó «mil polémicas» cuando fue uno de los animadores de la primera temporada del Hotel de los famosos. Se lo ve saltando y cantando conociendo a la perfección la letra de la canción.
