Esta nota será una nota diferente. No hablará de un conductor mega famoso de Telefé, o del 13, de un actor líder en teatro o de un galán de telenovelas, ni de un strimero de Luzu o una figura de Olga. No, ni siquiera se referirá a alguien que trabaja en Buenos Aires, en la gran ciudad. Esta nota transcribirá la tremenda y dramática historia de vida que contó Juan Pedro Aleart en el canal «El Tres TV» de Rosario. Allí, el muchacho lidera el programa «De 12 a 14», del que se tomó media hora para sorprender a todos, televidentes y compañeros, al relatar un calvario que nadie conocía.
«Es este un inicio de programa distinto, diferente. Ustedes me conocen, hace 18 años que trabajo en medios de comunicación, he contado muchas historias y esta es la primera vez que voy a contar mi historia, mi propia historia de vida. Ha sido para mi extremadamente difícil llegar hasta acá, sentarme y contarles lo que les voy a contar, y la forma en la que se las voy a contar. Y tengo el profundo deseo de que a través de lo que me ha pasado a mi ayudar a mucha gente que la está pasando mal y está atravesando o ha atravesado una situación similar a la mía» arrancó.
«Les cuento que hace muchos años, una década aproximadamente, tomé la decisión de alejarme de mi padre. Y paulatinamente del resto de mi familia paterna. Había cosas que no me gustaban, que me hacían mal, que me hacían daño. Desde entonces, nunca abandoné la búsqueda de la verdad. La verdad de lo que realmente pasaba en mi casa, en mi familia, y adentro mío. Intenté ponerle luz a la oscuridad, y que la verdad saliera a fote, y eso fue lo que sucedió. Y la verdad siempre vence», continuó Aleart.
Luego relató «El año pasado denuncié a mi padre por violencia intrafamiliar. Mi padre ha sido violento en todas sus formas. Físicamente, psicológicamente y emocionalmente. Nos ha aterrorizado a todos los integrantes de mi familia. A mi inluido. La denuncia la hice junto a mi hermana. Yo soy el mayor de tres. La hice junto a mi hermana menor, y una jueza, la doctora Galetto, le dictó la prohibición de acercamiento. Lo que buscábamos era que mi hermana pudiera estar un poco más tranquila, porque cada vez que se lo cruzaba a mi padre temblaba de miedo, soy testigo de eso. Pálida, terror, ataques de pánico».
LA TREMENDA HISTORIA DE VIDA QUE CONTO EL PERIODISTA ROSARINO JUAN PEDRO ALEART
«Mi padre, además de violento, abusó sexualmente de mi hermana. Desde sus tres años en adelante siendo él HIV positivo. Es decir que mi padre abuso de su hija, e su propia hija, con SIDA. Esto le provocó a mi hermana serios y gravísimos problemas de salud de todo tipo. Afortunadamente no la contagió pero soy testigo de esos ataques de pánico y profundas crisis de angustia, insomnio, caída de cabello… se le caía el pelo, perdida de peso corporal, y se por ella que en varias oportunidades pensó en cómo quitarse la vida producto de todo lo que mi padre le hizo», recordó luego.
«Mi hermana ha sido mucho más fuerte y valiente y se ha rodeado de gente que la quiere. En lo que a mi respecta, como hermano mayor luché con y por ella todos estos años. Luché para que dejara la medicación. Mis padres, médicos ambos, cuando empezaron a aparecer todos estos síntomas le empezaron a dar ansiolíticos. Luché para que buscara un profesional que encontrara el origen de todos estos síntomas. La saqué de la casa, donde fueron la mayoría de los abusos», expresó.
A continuación, contó que «Le insistí hasta el hartazgo para que haga la denuncia penal. Y eso fue lo que sucedió. Hizo la denuncia, presentó un informe psicológico y yo fui de testigo, porque mi padre abusó sexualmente de mi hermana delante mío, cuando yo era chico. Todo lo hacía parecer un juego. Nos hicieron creer a mi y a mi hermano que mi hermana era una exagerada, que estaba loca. Mi madre era al mismo tiempo víctima y cómplice, pero la verdad siempre vence. La denunia fue hecha por abuso sexual agravado, la justicia se tomó su tiempo pero hubo una fiscal que avanzó. Mi padre fue notificado de esta noticia penal hace tres semanas, y al no querer enfrentar todo las atrocidades y las barbaridades que había cometido decidió quitarse la vida. Decidió suicidarse».
Tomando aire y algunos sorbos de agua, pudo seguir: «Fue una noticia muy impactante, profundamente triste, pero mi padre había tomado esa decisión en el mismo momento en el que había decidido abusar de su propia hija desde los tres años con HIV. Lo que le esperaba era la condena penal o la condena social por haber cometido semejante atrocidad. En sus últimos mensajes en redes sociales hizo lo que hizo siempre: la trató de loca a mi hermana. Habló de una ideación enferma, pero de nuevo. La verdad siempre vence. Y es a mi hermana a quien quiero hablarle ahora. Te quiero decir Sofi que la película de terror se terminó. El monstruo decidió irse. El decidió irse para no volver nunca más a lastimarte, a hacerte daño. Lo que queda ahora es que construyas tu vida, la vida por la que tanto luchaste y la que tanto merecés. Sos libre. A volar Sofi, a volar».
ADEMAS DE SUFRIR A UN PADRE GOLPEADOR, ALEART Y SU HERMANO FUERON ABUSADOS POR UN TIO
La pesadilla no terminaba allí. No. Había más. «Pero como si esto fuera poco, hay más. Porque mientras esto pasaba en mi casa, un tío, en quien yo confiaba, que cumplió en muchas situaciones el rol de padre, se aprovechó de ese contexto de vulnerabilidad extrema y abusó sexualmente de mi y de mi hermano desde los 6 años. Cuando tenía 12 o 13 años advertí de esto en mi casa, y se podrán imaginar que en una casa así mis padres no hicieron nada, y tanto yo como mi hermano seguimos siendo abusados. A esta persona, que se llama Helvio Vila, fue a la primera persona que denuncié, a fines de 2022. Animarme a denunciarlo fue muy difícil, pero lo hice».
«Me llevó tiempo, vida, mucha vida, energía, he estado en una profunda etapa de depresión. Hacer el noticiero con todo esto adentro ha sido muy dificil, por eso lo conté, porque no aguantaba más. Venía y me iba llorando, no quería hablar ni ver a nadie. Estuve con una profunda angustia. Perdí el sentido de la vida, no tenía ganas de reir, de hacer algo, de ir a fiestas. Podría haber perdido todo, el trabajo, el amor de mi vida. Hice mucha terapia, voy lunes, martes, jueves y viernes dos horas por día a hacer terapia, y los fines de semana cuando es necesario», describió.
«Mi tío tiene más denuncias. La mía, la de mi hermano, estudiantes que fueron sus alumnas, con todo eso lo imputaron y dos jueces me dieron la siguiente respuesta: «todo lo que digo es creíble y fundado pero que está prescripto. Por lo tanto está persona que abusó e mi y de otras personas, incluido mi hermano, está libre. El estado me reconce que todo esto pasó pero que no puede hacer nada», sumó a su historia.
Aleart contó luego quién es su tío. «Esta persona es un bioquímico que además es ex directivo de la escuela Integral de Fisherton donde daba la materia «Educación Sexual Integral» y es integrante del «Centro Catalá» y participa de actividades rodeados de niños. También es docente universitario y es director del área de capacitación docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario. En 2021 lo cité en un bar para decirle que era consciente que todo lo que nos hizo eran situaciones de abuso, y su respuesta fue que tenía poder e influencias como para salir de esto. Con todo eso tuve que lidiar. La prescripción es el refugio de los abusadores, pero de ninguna manera significa inocencia. En el 2015 se eliminó la prescripción, pero de 2015 para acá sí. Háblenme de inocencia. Me proponen el juicio por la verdad, pero el juicio por la verdad beneficia al abusador, porque se declara culpable pero no hay condena. El juicio por la verdad es una mierda«.
Por último, y antes de agradecer a quienes lo acompañaron en todo ese tiempo de penurias y angustia, confesó que «La respuesta que buscaba la encontré en la última puerte que golpee desesperadamente para cambiar esto fue la de Patricia Bullrich, que se comprometió con fuerza y muy humanamente a cambiar esto. Les quiero hablar a los hombres que fueron víctimas de abuso sexual. Es denigrante y es avergonzante. Se que muchos no lo cuentan por eso, y les quiero decir que la única manera de sanar es con la palabra. El silencio es el mejor amigo de los abusadores. Tenemos que aprender de las mueres, que hablan y denuncian».