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La Bienal de Danza de Lyon llega este 2023 a su edición número veinte; vale decir, son cuatro décadas de vida de uno de los festivales de danza más importantes del mundo.
Esta hermosa ciudad de Lyon, situada en el sudeste de Francia y donde aún existen edificaciones intactas del Imperio romano y de la época renacentista, festeja la danza con una amplitud sin parangón; se baila en salas teatrales, en plazas, en galerías comerciales y en una gigantesca fábrica desactivada, que a partir de este año concentra un número muy grande de acciones de todo tipo.
Las antiguas Usinas Fagor, donde se fabricaron durante muchos años máquinas de lavar, están ubicadas en un suburbio de Lyon; en sus 20.000 cuadrados hay un gran número de galpones gigantescos en los que se presentan obras y en los que también ocurren ensayos, montajes, conferencias, proyecciones, encuentros sociales, una disco que funciona desde las 10 de la noche hasta la madrugada, y homenajes como el que se rindió al movimiento voguing el sábado pasado.
Los escenarios son múltiples en la Bienal, que incluye a la Opera de Lyon.El voguing nació en la década del ’80 en barrios marginales de Nueva York para reunir personas trans y de comunidades gay en torno a actividades artísticas y sociales. Surgió así una danza urbana inspirada en los desfiles de modas, aunque más específicamente en las poses de las modelos de la revista Vogue, de allí su nombre.
La Bienal destinó un espacio para este homenaje que tomó la forma de concursos en distintas categorías con participantes locales; música tecno, toda la variedad de vestuarios imaginable y una pasarela flanqueada por centenares de espectadores enfervorizados.
Un festival de contrastes
Tres días antes, había ocurrido algo contrastante: en el escenario de la Ópera de Lyon, el coreógrafo griego Christos Papadopoulos desplegó una obra misteriosa, bella y rigurosamente minimalista con los excelentes integrantes del propio Ballet de la Ópera.
Una coreografía construida sobre transiciones extremadamente sutiles, pero con una precisión y una claridad de diseños perfectas.
También aquí el público aplaudió muy calurosamente una obra no particularmente accesible. Pero parece evidente que las cuatro décadas de esta Bienal de danza contemporánea, en toda la amplitud que el género abarca, han formado un público cuyo número supera las decenas de miles de personas.
En sus cuatro décadas de existencia, la Bienal ha conocido apenas tres directores.Otro contraste: la compañía Petit Travers está formada por malabaristas que son también bailarines y actores. En su deliciosa obra Nuestras mañanas interiores, acompañada en vivo por el Cuarteto Debussy, aparecen destrezas deslumbrantes con pelotas y bastones; pero, sobre todo, la pieza revela una concepción poética, teatral y coreográfica llena de sorpresas y atravesada por el humor.
El credo de Petit Travers es “hacer emerger de los principios más simples y evidentes todo el misterio de estar vivos”.
Tres directores en 40 años
A lo largo de sus cuatro décadas, la Bienal ha conocido apenas tres directores.
Su fundador Guy Darmet le dio el carácter de un festival temático y así pasaron ediciones dedicadas a los grandes maestros de la danza del siglo XX, a la tradición del flamenco y la danza española, a la danza del Brasil, a la de América Latina, a la de la cuenca del Mediterráneo, a la de los países de la Ruta de la seda y mucho más.
Luego la coreógrafa Dominique Hervieu, durante cuatro ediciones, eligió otras coordenadas; por ejemplo, la danza y la performance o la danza experimental y la danza popular.
En 2022, el programador portugués Tiago Guedes, coreógrafo y bailarín hasta 2013, ganó por convocatoria abierta la dirección de la Bienal.
Guedes considera que esta es una edición en transición; sin embargo, ya logró hacer incluir varias de sus inquietudes: abrirla más decididamente a los jóvenes, incorporar los problemas que urgen en el momento presente como el cambio climático y la exclusión, y pensar la danza en su articulación con otras artes.
La compañía de Pina Bausch y sus novedades
Una de las más grandes expectativas de la Bienal es la presentación este próximo viernes de la compañía de Pina Bausch con una obra de Boris Charmatz, su nuevo director. Charmatz asumió hace exactamente un año la conducción de la Wuppertal Tanz Theater, creada hace más de cuatro décadas por la legendaria artista alemana.
La obra que traen a Lyon tiene como título Libertad Catedral.
Una persona vinculada a la Bienal desde sus inicios decía hace pocos días: “¿Pero podemos pensar que continúa siendo la compañía de Pina, cuando ya no están aquellos bailarines tan únicos y tan personales que la acompañaron durante décadas, y con los que ella elaboró sus extraordinarias obras?”.
La pregunta seguirá abierta hasta el estreno de Libertad Catedral en uno de los galpones de las Usinas Fagor, donde ya comenzaron los ensayos en medio del más estricto secreto.
POS