Comodoro Rivadavia y Rada Tilly tendrán este jueves 2 de octubre otra jornada marcada por el viento. Actualmente rige una alerta amarilla emitida por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), luego del temporal del miércoles, cuando las ráfagas superaron los 120 km/h, generando complicaciones en distintos puntos de la ciudad.
Para esta jornada se prevén ráfagas intensas, aunque no tan fuertes como las de ayer. De acuerdo con el pronóstico oficial, sería el último día ventoso después de varios días en los que el clima no permitió disfrutar plenamente los primeros días de la primavera.
Alerta amarilla
SMN
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El cielo permanecerá parcialmente nublado, sin probabilidades de lluvia, y la temperatura máxima alcanzará los 23 °C, con una mínima de 7 °C. A las 6 de la mañana, la temperatura ya se ubicaba en 13,4 °C, anticipando una jornada templada pese al viento.
Para este viernes, se espera un descenso leve en las temperaturas: la máxima llegaría a 21 °C y la mínima a 8 °C. El cielo estará mayormente nublado y podrían registrarse lluvias aisladas durante la mañana. El viento continuará presente, aunque con ráfagas que no superarían los 69 km/h, lo que marcaría una mejora respecto a los días anteriores.
SMN
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TEMPORAL DE VIENTO
Durante la tarde del miércoles, en medio del fuerte temporal, varias líneas de colectivos hacia la Zona Norte fueron suspendidas para resguardar la seguridad de pasajeros y choferes. Las unidades que ya estaban en recorrido completaron su trayecto, pero no se autorizó la salida de nuevas unidades hasta que el viento ceda. Mientras tanto, el servicio interno en otros sectores —como Rada Tilly— sigue “con normalidad en lo posible”.
El sistema educativo también sintió el embate. Varias escuelas optaron por suspender el turno tarde, anticipado por comunicados oficiales que citan condiciones peligrosas para el traslado de estudiantes, docentes y familias. En ámbitos universitarios, algunas asignaturas previstas en formato presencial derivaron al modo virtual, al menos para esta jornada.
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Las aulas de muchas escuelas quedaron vacías por el fuerte temporal que azota a la ciudad.
Ahora, cruzar la calle es una decisión
Con interrupciones en el transporte y clases suspendidas, la ciudad dejó de moverse para muchos. Pero otros deben batirse con el viento. En intersecciones como Sarmiento e Italia, donde los corredores de aire se intensifican, atravesar una cuadra adquiere la gravedad de una maniobra de alto riesgo.
Metros más allá, el viento barre tierra y proyectiles sueltos, obligando a cada transeúnte a proteger rostro y oídos, a caminar erguido con el cuerpo inclinado hacia adelante, como si estuviera de guardia.
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Edificios, rutas y el pulso urbano
Las construcciones no quedan indemnes: chapas sueltas, techos que se cuartean, carteles que amenazan desprenderse. En rutas cercanas, como la Nacional N° 3, se reportaron cortes sorpresivos por condiciones inseguras para vehículos livianos. Quienes buscaban caminos alternativos (como el Roque González) debieron enfrentar ráfagas que levantan piedras y tierra, haciendo cada tramo un desafío áspero.
Dentro de las casas, el viento parece inocular en el ambiente un soplo de irritación: polvillo en las persianas, puertas que rechinan, ventanas que luchan por no ceder. Ventilar se vuelve un acto temerario: dejar al viento ingresar es facilitar su conquista. Quienes padecen ansiedad o síntomas de estrés registran jornadas más intensas: dolores de cabeza, irritabilidad, insomnio leve.
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La suspensión como símbolo
Que se suspendan los colectivos y las clases no es trivial: es el momento en que la ciudad reconoce que hay límites ante la naturaleza. Es la admisión de que no todo puede seguir pese al viento. Y también, la evidencia de que la vida colectiva depende de servicios que, cuando fallan, dejan vacíos visibles: paradas desiertas, aulas silenciosas y calles a medio paso.