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De un galpón en Córdoba al estadio de los Golden State Warriors: la historia de Balcami y su máquina de milanesas

En 2015, Franco Baliosian alquiló un pequeño galpón en Córdoba y comenzó a fabricar máquinas a pedido para poder pagar el alquiler. Una década después, su empresa Balcami produce entre 180 y 200 unidades mensuales, exporta a más de 10 países y tiene equipos instalados en lugares tan diversos como Medio Oriente, Centroamérica, Europa y hasta en el Chase Center, el estadio de los Golden State Warriors en San Francisco.

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La especialidad de la casa es la máquina rebozadora, conocida en Argentina como «máquina para milanesas», pero también fabrica formadoras de hamburguesas, picadoras y mezcladoras de carne. En total, ya vendieron cerca de 7.800 máquinas desde 2019, con precios que van desde $1.400.000 en la línea chica hasta $3.500.000 en los modelos grandes.

Un inicio sin fecha exacta y una primera milanesa que no probó nadie

Baliosian contó que la empresa no nació de un día para el otro. «Fue evolucionando. Una de las primeras máquinas que hice fue una dosificadora de agua para panadería, después una máquina para alfajores y más tarde una formadora de hamburguesas manual, que fue la primera del rubro cárnico», recuerda. La idea de la rebozadora surgió por un conocido que necesitaba un equipo de ese tipo. «Podría haber sido para pañales y estaría fabricando pañales. Justo vi potencial y me metí«.

Diseñó y fabricó la primera unidad en tres meses, pero nunca probó el resultado. «Hice la máquina y la fui a entregar. No la había ni probado«, admite entre risas. En ese momento, apenas lograba cubrir los gastos fijos con las ventas de dosificadores y formadoras de hamburguesas, pero la nueva creación abrió un mercado completamente distinto.

Mercados inesperados, zonas en conflicto y hasta la NBA

El recorrido internacional de Balcami incluye destinos tan diversos como impensados. Sus máquinas, capaces de rebozar cualquier producto, se usan para preparaciones típicas en Brasil, Medio Oriente y para milanesas en comunidades argentinas en el exterior. «El rebozado es universal. Hemos vendido en Estados Unidos, España, Italia, todo Centroamérica y zonas de guerra en Medio Oriente. Incluso en lugares que tuve que buscar en Google Maps», cuenta Baliosian.

Pero no todo es tan simple como despachar un paquete. En algunos casos, la logística se desarrolla en medio de conflictos bélicos. «Estamos en Medio Oriente y justo ahora lo estamos vendiendo en países que están en guerra. Es una dinámica extraña vender a países donde estás teniendo un meet con alguien y de repente se corta todo o el cliente se tiene que ir corriendo al búnker. El ver si cayó una bomba o no cayó la bomba. Estas cosas te van impactando. Hay veces que estos clientes no te cumplen, pero no es porque no quieran«.

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Y si llegar a un mercado en guerra parece insólito, instalar una máquina en uno de los estadios más icónicos de la NBA no se queda atrás. En el Chase Center, hogar de los Golden State Warriors, un argentino dueño de un local gastronómico incorporó una de sus rebozadoras para preparar milanesas en plena jornada deportiva. «Eso está muy bueno, es un orgullo», afirma.

Cómo llegaron a esos mercados

La expansión internacional combina acciones de marketing digital en distintos países, posicionamiento orgánico en buscadores y la red de argentinos en el exterior. «Hay quienes replican el producto que conocen y terminan vendiéndolo a sus comunidades locales», explica. Así, un cliente en Uruguay pide una máquina para milanesas, mientras que otro en Medio Oriente compra una rebozadora para otro tipo de alimento, pero la tecnología es la misma.

Una línea para hamburguesas y foco en el pequeño productor

Además de las rebozadoras, Balcami desarrolla formadoras de hamburguesas que producen hasta 700 unidades por hora. Son máquinas pensadas para carnicerías, pollerías o pequeños productores que quieren estandarizar tamaño, peso y forma, incluso con diseños personalizados. También fabrica picadoras y mezcladoras para preparar la carne antes del moldeado.

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La empresa apunta a un segmento específico: pequeños y medianos emprendedores. «Apuntamos a la carnicería de barrio, la pollería chica, al que hace 200 kilos de milanesas por día. No tenemos máquinas industriales de gran porte», subraya.

El servicio al cliente, la clave

Baliosian asegura que el valor agregado está en la atención y el acompañamiento. «Tenemos una mirada muy fuerte en el cliente y un servicio de venta y postventa bastante bueno. Incluso ofrecemos una hora de asesoría gratuita con un chef gastronómico para cada compra», afirma.

El equipo de 45 personas cubre desde la venta y la logística hasta la instalación y capacitación. «Tratamos de formar una relación con el cliente más que solo cerrar una venta», destaca.

Entre desafíos y objetivos a futuro

El camino no siempre fue lineal. «Por lo menos una vez al mes me replanteo seguir. Incluso llegué a prometerme vender la empresa, pero no lo hice», confiesa. A pesar de esos momentos, el plan a futuro es ambicioso: «Queremos transformarnos en una empresa tecnológica, incorporar procesos más eficientes, ampliar la cartera de productos y lanzar una rebozadora para el mercado mundial».

Balcami ya empezó a dar pasos en esa dirección: abrió una empresa de software con cinco programadores, dedicada a desarrollar herramientas de automatización de ventas basadas en inteligencia artificial.

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