El presidente Donald Trump, anunció que en dos semanas decidirá si Estados Unidos intervendrá o no militarmente en el creciente conflicto entre Israel e Irán. La espera se basa en lo que calificó como una “posibilidad sustancial” de reanudar negociaciones diplomáticas con el régimen terrorista de iraní.
La vocera de Trump, Karoline Leavitt, fue la encargada de transmitir el mensaje en una conferencia de prensa. “Con base en el hecho de que existe una probabilidad sustancial de que se lleven a cabo negociaciones con Irán en un futuro cercano, tomaré mi decisión sobre si iré o no en las próximas dos semanas”, sostuvo Leavitt, citando al mandatario estadounidense.
La declaración busca bajar la tensión en un escenario internacional que, durante los últimos días, ha permanecido en alerta máxima tras una serie de ataques cruzados entre Israel e Irán.
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El despliegue en Medio Oriente
Mientras Trump se esfuerza en utilizar la vía diplomática, el Pentágono inició una serie de movimientos militares en el Medio Oriente que dan cuenta de una preparación activa para la eventual intervención estadounidense contra Irán.
Se confirmó que se ha desplegado el portaaviones USS Nimitz hacia el Golfo Pérsico, sumándose al grupo de combate liderado por el USS Carl Vinson, ya presente en aguas del Mediterráneo oriental. Se espera que en los próximos días se una el USS Gerald R. Ford, el portaaviones más moderno de la Armada estadounidense.
Además, se han enviado escuadrones de cazas F‑16, F‑22 y F‑35 a bases clave en Kuwait, Qatar y Arabia Saudita. Más de 30 aviones cisterna KC‑135 y KC‑46 han sido movilizados a bases en Europa y Medio Oriente para sostener operaciones de largo alcance.
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En paralelo, destructores de la clase Arleigh Burke equipados con sistemas Aegis de defensa antimisiles, como el USS The Sullivans y el USS Gravely, han sido posicionados estratégicamente para proteger aliados y activos estadounidenses en la región.
Pese al tono diplomático del mensaje, la administración Trump envió una señal clara: Estados Unidos está listo para intervenir si las negociaciones fracasan o si ciudadanos estadounidenses resultan amenazados. Este despliegue militar también actúa como una forma de presión para que Irán acepte sentarse a dialogar.