En un país donde la ropa nueva se volvió cada vez más inaccesible, la moda circular no solo plantea una alternativa sustentable, sino también una forma de generar ingresos que, para algunos, puede llegar a equivaler a un sueldo mensual.
Como Clarín viene contando en distintas notas, lo que empezó como un consumo de nicho se fue expandiendo. Y creciendo en distintos rangos sociales y etarios. Ya no es está mal visto vestirse con ropa usada sino que incluso puede ser glam y consciente.
Para Solange Lauro, fundadora de Galpón al Sur, la moda circular no es solo un negocio, es un ecosistema. Desde hace ocho años observó cómo la gente adoptó esta forma de consumo, que hoy no solo es popular, sino rentable. “Hay clientas que con 20 o 30 prendas llegan a cobrar 400 mil pesos. Vienen todos los meses y traen valijas de ropa, muchas veces de marcas del exterior, y logran vivir de esto. Es un circuito que no para”, cuenta.
«Últimamente vienen cada vez más hombres. Al principio no tomábamos tanto de hombre porque no se agarraba tanto, pero hoy vienen muchísimos y la mayoría jóvenes, tanto a vender como a comprar. Porque con esta modalidad de compra te llevas ropa de marca hasta un 70% menos que en un shopping«, contó.
El éxito del local de Banfield radica en su dinámica de venta, tanto online como presencial. Las ferias americanas ahora se reversionaron en las redes sociales, donde los vivos de Instagram y las historias crean una experiencia de compra interactiva. Y ya tiene su nombre propio, como una marca más. Una de las más famosas, incluso, abrió hace poco un local en un conocido shopping para recibir prendas para la venta.
“Los vivos son como un shopping desde tu casa; la gente se copa mucho, se arma una comunidad”, explica. Para quienes visitan el local, la experiencia es igual de enriquecedora: “Si venís con tiempo, te asesoramos. Tenemos tantas opciones que muchas personas descubren estilos que nunca hubieran considerado”. “Hoy, tanto por moda como por necesidad, somos la primera opción de muchos”, asegura Solange.
Adriana Carballo es clienta del Galpón al Sur y hace varios años está dentro de la economía circular. “Tenía mucha ropa en el placard, hace mucho tiempo estancada, sin uso. Y con esto me di cuenta que puedo renovar las cosas”, remarcó.
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Moda circular: el camino de un jean usado hasta ser vendido nuevamente
Mónica es otra clienta de esta local sureño. Recuerda con exactitud que hace dos años decidió comprar y vender en ferias americanas. “Hay cosas que no me puedo comprar y acá conseguís un montón de cosas. También he traído mucha ropa mía, porque dejaba de trabajar y por ahí hay cosas que ya no uso. Ahora que estoy sin trabajo, la verdad es que me llevo un sueldo, hice $ 390.000 varias veces”, remarcó.
En Eureka Vintage, del barrio de Retiro, Myriam García perfeccionó un modelo de negocio que combina ropa usada de marcas reconocidas con muebles y cristalería. Su clientela incluye tanto turistas como locales que buscan calidad a precios accesibles. En Juan Pérez, en Barrio Norte, los extranjeros de viaje también suelen ser clientes frecuentes de otro de los emprendimientos pioneros de la tendencia.
“Solo aceptamos ropa de marcas reconocidas y en perfecto estado, porque sabemos que eso es lo que la gente busca”, explica. A diferencia de otros modelos, Myriam paga en efectivo tras revisar las prendas, lo que resulta en una dinámica ágil pero exigente. “Vemos mucha gente grande que vende porque no llega a fin de mes. Para ellos, desprenderse de ropa o cosas que no usan es una necesidad más que una elección”, reflexiona.
Si bien reconoce que este mercado es rentable, no cree que alcance para un sueldo completo. Sin embargo, es una herramienta valiosa para obtener dinero extra en tiempos difíciles.
Iara, de Búnker, lleva diez años trabajando en moda circular y asegura que el crecimiento del sector es imparable. “Cada vez más gente vende su ropa, ya sea por necesidad económica o por conciencia ambiental. Estos dos factores son los que impulsan el movimiento”, explica.
Para Iara, lo que hace a la moda circular tan popular es la accesibilidad. “En Argentina, la ropa nueva es muy cara. Este modelo te da la posibilidad de acceder a marcas que, de otro modo, serían inaccesibles. Además, permite a las personas deshacerse de lo que ya no usan y ganar algo de dinero con eso”.
La moda circular ha pasado de ser una curiosidad a convertirse en un modelo económico y cultural que beneficia a compradores y vendedores. Desde las plataformas digitales hasta los locales físicos, estas iniciativas han creado un espacio donde la ropa usada no solo encuentra una segunda vida, sino que también construye una economía alternativa. Según un relevamiento que hizo en agosto el centro de investigación Jungla Urbana, sólo en la ciudad de Buenos Aires ya hay 70 emprendimientos de moda circular.