La reacción de los Pumas los dejó a un puñado de metros de la hazaña en Dublín, ante Irlanda. Fue un segundo tiempo que seguramente quedará en el saldo positivo del head coach Felipe Contepomi y del cuerpo técnico, más allá de la derrota por 22-19. Un try relanzó la esperanza y el cierre fue a pura garra, pese a tener uno menos en el campo.
El seleccionado argentino de rugby no dejó que anotara puntos en la segunda etapa el mejor equipo europeo de la actualidad y redujo la desventaja de 22-9, que parecía desmoralizante al irse el duelo al descanso. Sin embargo, con una corrida espectacular de Juan Cruz Mallía comenzó a mostrar que tenía con qué darle batalla a El Trébol.
A buena velocidad, quiebre, potencia y control, el número 15 encaró hacia los palos a los 5 minutos del segundo tiempo y llegó a apoyar. Imparable, el polifuncional jugador se fue sacando de encima rivales con aceleración, freno y cambio de rumbo, hasta arrojarse en el ingoal debajo de los palos. Y lo gritó fuerte el fullback.
Fue una gran jugada individual que funcionó como envión anímico para los Pumas, que con la conversión de Tomás Albornoz llegaron a ponerse 16-22. Otro penal del medio apertura dejó minutos más tarde al conjunto albiceleste a tres puntos de distancia cuando los irlandeses habían quedado con uno menos, por una tarjeta amarilla.
Contra toda lógica, el seleccionado argentino no consiguió aprovechar esa ventaja numérica, pero entregó un cierre de partido fantástico cuando había quedado con 14 por la sanción a Francisco Gómez Kodela. Primero, con una defensa notable ante un adversario que estuvo por más de 10 minutos atacando cerca del ingoal albiceleste. El equipo se convirtió en una pared para los irlandeses, que fueron intentando por todos lados y no consiguieron quebrar la resistencia.
Y después, porque cerró el duelo lanzado en ataque, buscando una y otra vez el hueco para apoyar y dar vuelta el marcador. En el final, los Pumas recuperaron la pelota, salieron del asedio y se fueron aproximando a la zona de try. Les quedaba un minuto por delante hasta cumplirse el tiempo e Irlanda resistía el empuje. Allí fueron los argentinos, en busca de la heroica, a pura garra. Una y otra vez.
Esos 60 segundos se convirtieron en casi cuatro minutos. El empuje resultó emocionante. Mientras Gómez Kodela se lamentaba su imprudencia a un costado de la cancha, sus compañeros rotaban la pelota de un lado a otro y buscaban el lugar por donde filtrarse. Fue una vez. Y otra más, ante unos forwards que dejaban sus últimos energías para evitar que la estocada final de los argentinos marcara un hito.
Hasta que llegó el pitazo final, cuando jugadores de ambos seleccionados se disputaban la pelota en el piso, entrelazados. El juez marcó un penal para Irlanda que representó un gran alivio para los europeos, con algunos de sus jugadores casi sin fuerzas para levantar los brazos y celebrar, y un interrogante para los Pumas, ya que pocos entendían qué había sucedido. Incluso, la última imagen del duelo en primer plano terminó siendo la de Franco Molina lanzando sus dedos al aire, moviéndolos de un lado a otro, para rechazar lo que el árbitro había sancionado.
Lo mejor de Irlanda – los Pumas
Ya no quedaba tiempo para cambiar la historia, pero la derrota tenía otro sabor. Acaso, el de haber quedado más cerca que nunca de ganar en suelo irlandés de las once visitas sin triunfos que registra el historial entre los representativos nacionales de ambos países.
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