No era el primer vuelo narco que hacía, pero sí pudo haber sido el último. Oscar Armando Caba Hurtado (57) fue detenido este miércoles en una zona rural cercana a la ciudad de Rosario, poco después de haber aterrizado un avión Cessna con 475 kilos de cocaína con el sello de un toro, como se identifica a un poderoso clan que opera en la provincia de Tucumán.
Caba Hurtado estaba desorientado y perdido en Pueblo Andino, una pequeña localidad santafesina de 2.500 habitantes. Un lugareño llamó a los bomberos cuando advirtió la presencia de un hombre que parecía atrapado en una barranca, con riesgo de caer en el río Carcarañá. El sospechoso fue rescatado y trasladado a la comisaría, donde finalmente quedó detenido por su presunta vinculación con la avioneta narco.
Según fuentes del caso, llevaba una mochila con tres tarjetas de débito y varias credenciales: la cédula de identidad, la licencia de conducir profesional, el carnet militar de la Fuerza Aérea Boliviana y hasta el seguro social militar de la corporación.
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El aeronauta detenido es un coronel de reserva activa de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB). Fue comandante del Grupo Aéreo 83 de Puerto Suárez y estudió para piloto en el Colegio Militar de Aviación (Colmilav). Tiene cuatro hijos: dos varones y dos mujeres, una de ellas ingeniera civil y exfuncionaria en la Secretaría de Obras Públicas de Santa Cruz de la Sierra.
Su nombre cobró notoriedad en su país después del golpe de Estado que sufrió el gobierno de Evo Morales, en noviembre de 2019. Es que Caba Hurtado fue uno de los jefes militares que participaron de la denominada masacre de Sacaba, que dejó un saldo de nueve muertos y más de cien heridos, cuando policías y militares dispararon a mansalva contra campesinos que participaban de una marcha pacífica reclamando el respeto a su voto, a la wiphala y a la mujer de pollera, un símbolo de identidad cultural y de la lucha contra la discriminación hacia los pueblos indígenas.
El coronel fue detenido en enero de 2020 junto a otros cinco militares bolivianos involucrados en la sangrienta represión, y alojado en la cárcel de Arani. Pocos meses después recuperó su libertad, pero sigue bajo proceso a la espera del juicio en el que podría recibir hasta treinta años de cárcel.
La sospecha que tienen los investigadores es que este no habría sido el primer vuelo narco de Caba Hurtado. Por estas horas buscan establecer la conexión entre los proveedores de la droga que salió de Bolivia y los narcos argentinos.
Como la cocaína incautada en el operativo tenía el sello de un toro en bajo relieve, la fiscalía sospecha que la droga tenía como destino un histórico cartel de la provincia de Tucumán: el clan Toro, que maneja el negocio del narcomenudeo en el barrio Villa 9 de Julio, al norte de la capital provincial.
La organización, que opera desde hace más de tres décadas y masificó el consumo de paco en la provincia, es liderada por una mujer: Margarita Toro, conocida también como “La Jefa” o “La Patrona”, con múltiples condenas por narcotráfico.
Según una publicación del diario La Gaceta, llegaron a instalar un centro de procesamiento y estiramiento de cocaína en Villa 9 de Julio. Su crecimiento lo llevó a enfrentarse a sangre y fuego con otros clanes, como los Carrión, Acevedo y Robles, dejando varias víctimas fatales.
“Ella –por Margarita– es una mujer muy peligrosa. Tiene un ejército de gente trabajando para su grupo. Todos le tienen miedo. Así como la ven, es picante la tía”, contó un vecino de la 9 de Julio.
La investigación está a cargo del fiscal federal Claudio Kishimoto, quien estuvo presente en el lugar y desde allí instruyó a las fuerzas de seguridad para establecer la ruta de dos camionetas que hacían de apoyo.
Es que en la zona de aterrizaje del avión Cessna Stationar 6 II, matrícula boliviana CP-3350, fueron divisados dos vehículos de respaldo, uno de color blanco y otro negro, que salieron antes de poder recoger la droga. No muy lejos, personal de Gendarmería halló nueve tachos cargados de combustible de avión, junto a dos bombas eléctricas de abastecimiento.
De acuerdo a los voceros, el personal de criminalística levantó rastros, secuestró documentación en el interior de la avioneta y efectos que pudieran estar vinculados al caso. También se procedió al análisis de la cocaína, que arrojó un peso total de 475,412 kilogramos, dispuestos en 430 “ladrillos” compactos en once bultos. Su valor fue estimado en 7 millones de dólares