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Expresar ira en el lugar de trabajo no es una buena estrategia

Redacción IsraelEconómico*

Un nuevo estudio de expertos de universidades de Israel y de Estados Unidos mostró que, al contrario de lo que señalaban investigaciones anteriores, expresar ira en el lugar de trabajo no conduce a un estatus más alto o a resultados positivos. Los investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad de Princeton hallaron que expresar enojo en la oficina tampoco es un catalizador para alcanzar un puesto más alto en una empresa.

Para llegar a esos resultados, los especialistas realizaron cuatro experimentos, manipulando variables como el género, el objetivo de la expresión emocional y el contexto. Los resultados del estudio, que se publicaron en la revista especializada Frontiers in Social Psychology, indicaron que las personas no recompensan la expresión de enojo con más estatus, percibiéndolas en cambio como inapropiadas, frías y proclives a reacciones exageradas.

Además, el estudio cuestionó la noción de que la ira de las mujeres se percibe de manera diferente a la de los varones en el lugar de trabajo. En general, la investigación presentó una perspectiva contraria a la visión predominante de la ira como una emoción positiva e

instrumental en el contexto de la oficina.

«Peor que la tristeza»

Durante los experimentos, dijo la doctora Roni Porat, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, «descubrimos que la ira se considera peor que otras expresiones emocionales, como la tristeza».

«El único caso en el que el enojo se considera positivo es cuando se expresa en respuesta a una clara mala acción de otra persona -añadió-. Esos hallazgos son válidos tanto para varones como para mujeres que expresan ira en el lugar de trabajo».

Los datos sugieren que, aunque muchas veces las personas asumen que quienes expresan enojo tienen un estatus más alto, al mismo tiempo no se recompensan las muestras de ira con más estatus porque se considera que es una reacción inapropiada, fría y exagerada. Más aún, la ven como contraproducente para los objetivos del lugar de trabajo, apuntaron los investigadores. Y hallaron también que las personas tienen actitudes negativas hacia las expresiones de ira en la oficina.

En los experimentos, esas reacciones fueron calificadas como «más dañinas, tontas e inútiles en comparación con otras expresiones emocionales». Según explicaron desde la universidad israelí, en los cuatro experimentos los investigadores manipularon experimentalmente la emoción que se expresaba (es decir, ira, tristeza o emoción ausente o silenciada).

Salario anual y emociones


Luego midieron la atribución de estatus de manera similar, pidiendo a los participantes que indicaran cuánto estatus, poder, independencia y respeto merecía en la organización el trabajador que expresaba la emoción. También pidieron a los participantes de los estudios que indicaran el salario anual que le pagarían al trabajador que expresaba la emoción.

«Para probar los límites de nuestros hallazgos -dijo Porat-, variamos experimentalmente el género del trabajador que expresaba la emoción (es decir, varones o mujeres), el objetivo de esa expresión (otra persona, las circunstancias) y el contexto en el que se expresaba». También se varió experimentalmente el género de los empleados para comprender si los descubrimientos eran válidos tanto para varones como para mujeres.

Eso «es importante dado que algunos trabajos demuestran que las mujeres son penalizadas por expresar enojo, mientras que los varones son recompensados», destacó la académica.

La ira de las mujeres

A pesar de la existencia de influyentes estudios en este terreno, en el nuevo estudio sobre el lugar de trabajo «no encontramos que la ira de las mujeres se considere de manera diferente a la de los varones», continuó Porat. Estos resultados «claros y consistentes representan una fuerte perspectiva que contrarresta las visiones actuales de la ira como una emoción instrumental positiva», señaló el reporte.

Y si bien la mayoría de los textos sobre la ira en revistas académicas y en el discurso público «tienden a resaltar las consecuencias positivas» de expresar esa emoción, el estudio sugirió que, en el contexto de la oficina, «puede no producir resultados positivos», completó.

* Publicado originalmente en IsraelEconomico. 

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