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Mi cerebro no admite archivos con imágenes: la historia del médico que padece afantasía, una condición que le impide soñar

La mayoría de las personas pueden cerrar los ojos y evocar imágenes en su cabeza, como contar ovejas o imaginar el rostro de alguien. Pareciera que es una habilidad inherente al ser humano. Sin embargo, una de cada 50 personas no puede visualizar imágenes mentales en absoluto. El médico venezolano Guillermo Antonio Acevedo forma parte de ese 4% de la población que tiene afantasía.

Afantasía es una diferencia individual comúnmente definida como la incapacidad de convocar imágenes al ojo de la mente. Es decir, si se les pide a la mayoría de las personas que visualicen una manzana, pueden recordar la imagen en su ausencia, pero quienes tienen afantasía no pueden. 

La explicación más aceptada del origen de la afantasía está en la glándula pineal. Cuando recordamos, nuestro “ojo mental” intenta reproducir los mismos patrones de actividad que estaban en marcha durante la fijación del recuerdo. En quienes tienen afantasía, este proceso está interrumpido de alguna manera. También se cree que podría estar asociada a la sinestesia y la prosopagnosia congénita, que consiste en una dificultad para reconocer a personas por su rostro.

Afantasía la condición que le impide a las personas soñar

Fue en el año 1880 cuando Francis Galton (1822-1911), pionero del uso de la estadística en psicología y de las ideas eugenésicas, publicó los resultados de un estudio psicométrico sobre las diferencias individuales en la capacidad para generar imágenes mentales. Galton detectó que existía una amplia gama de desarrollo en esta aptitud. Y a veces, ésta estaba ausente, en los casos en los que se producía afantasía. Durante el siglo XX este fenomeno fue muy poco estudiado, con la excepción del análisis del profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter, Adam Zeman, que acuñó el término de afantasía en 2015.

«Mi cerebro no admite archivos con imágenes»

Guillermo Antonio Acevedo mantuvo una entrevista con BBC desde la localidad española de San Sebastián, donde vive y trabaja desde hace seis años. Allí contó cómo es vivir con afantasía: “Mi cerebro es como una computadora que tiene el monitor apagado o que solamente puede almacenar archivos .txt (de texto) y no admite archivos .jpg, .png o ninguno de imágenes”.

El profesional, que estudió en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y actualmente trabaja en un hospital psiquiátrico, se enteró por casualidad de su condición: estaba leyendo textos de enfermedades mentales y se topó con un artículo de 2005 de Zeman que hablaba sobre la mente ciega.

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“En ese artículo se describe cómo piensan las personas que tienen afantasía y se dice que esas personas que no pueden imaginarse cosas; es decir que no pueden ver imágenes en su cabeza. Y allí me dije: ¿pero es que la gente en realidad puede hacer eso?”, prosiguió. “Mi shock fue que hubiera personas que dijeran que podían ver cosas en su cabeza. Recuerdo que pensé: las alucinaciones existen en verdad, no son algo metafórico”, manifestó.

Acevedo pasó 31 de años de su vida, hoy tiene 35, creyendo que cuando las personas le decían que habían soñado en realidad no habían visto lo que le estaban contando. “Hasta que descubrí que tenía afantasía yo pensaba que en los dibujos animados le ponían la nubecita a los personajes para que entendiéramos la historia”, explicó.

“Ahora entiendo por qué cuando era niño y en el colegio me pedían que dibujara a mi familia todo era muy esquemático, tipo figuritas de palo, sin ningún tipo de detalles”, agregó.

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¿Alguien que no sueña puede tener pesadillas? “Bueno, yo las interpreto como un mal sueño; es decir un sueño donde no descansas y sientes que dormiste mal, pero no me acuerdo de haber visto imágenes que me asustaran”, dijo.

Acevedo tampoco puede escuchar su voz interior; es decir no puede mantener una conversación inaudible consigo mismo. “Yo puedo pensar una idea, pero no puedo hilar un discurso y por ello debo verbalizarlo. Me parece perturbadora la idea de que alguien pueda ver y escuchar cosas en su cabeza”, admitió.

La afantasía colaboró con su oficio

De todas formas, no cree que la afantasía lo haga peculiar y admitió que desde que supo que la tiene comprendió algunos de sus comportamientos. “Desde temprano me di cuenta que mis gustos para la moda eran peculiares o no comunes, pero ahora sé que no son raros, sino que no tengo la capacidad para ver en mi cabeza cómo me quedaría determinada camisa, con ciertos pantalones y con unos zapatos tal o cual color”, dijo.

“Si me pones a elegir, opto por cosas que me gustan individualmente, pero no soy capaz de ver el conjunto; y, por ello, combino colores y texturas distintas, rayas con cuadros y así me visto”, agregó. 

Por otra parte, Acevedo cree que su condición le ayudó al ejercicio de su carrera.“Como no puedo visualizar gráficamente lo que me están diciendo mis pacientes entonces tiendo a hacer muchas preguntas para intentar entender lo que me dicen que sienten”, afirmó.

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“Por ejemplo, un paciente llega y me dice que tiene mareos. La gente llama así a muchas cosas que no son. Y, por ello, comienzo: ¿Sientes que tienes algo en la cabeza que te aprieta mucho? ¿Estás aturdido? ¿Tienes algo en el cuello que te molesta o sientes que las cosas se mueven a tu alrededor? Y así voy haciendo un interrogatorio casi policial. Soy muy preguntón”, agregó.

Zeman hizo estudios en donde le pregunta a personas con afantasía que intenten contar mentalmente el número de ventanas en su casa. La mayoría puede hacerlo, pero destaca que no lo hacen visualizando las ventanas, como lo harían la mayoría de las personas, sino que lo hacen a través de una especie de «sensor espacial» o «mapa espacial abstracto».

“No es una enfermedad, una condición es un término bastante neutral, pero no quisiera que las personas creyeran que es un desorden médico. Yo prefiero llamarla como una intrigante variación de la experiencia humana”, replicó Zeman.

Afantasía y problemas de memoria autobiográfica

Hasta ahora, las investigaciones han demostrado que las personas con afantasia pueden realizar tareas de memoria de trabajo visual clínicas psicofísicas y de inteligencia basadas en laboratorio de manera similar y a veces mejor que las personas con imágenes, potencialmente mediante el uso de estrategias de imágenes no visuales para compensar.

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La función cognitiva que puede verse afectada por tener afantasia es la memoria autobiográfica, dado que quienes la tienen, poseen una reducción de los recuerdos del pasado, así como evidencia de recuerdos episódicos menos vívidos del pasado cuando se evalúan mediante entrevistas autobiográficas.

Igualmente, el campo de la afantasía aún está en su infancia y algunos todavía cuestionan la veracidad de la afantasia autoinformada debido a la naturaleza personal de las imágenes visuales y la gran dependencia de la introspección y los informes subjetivos, aunque vale la pena señalar que este argumento puede aplicarse a cualquier experiencia interna que se base en el autoinforme. 

El duelo lo sufro poco. Cuando dejo de ver a la persona en físico ya se me pasó el dolor y solamente cuando veo una fotografía lo recuerdo. Los recuerdos no me atan. Yo vivo en el ahora”, menciona Acevedo.

“Me cuesta mantener relaciones con las personas a las que no tengo cerca físicamente (…) Tiendo a hacerme un círculo de amigos muy cercano en donde estoy, pero cuando me mudo o cambio de trabajo las relaciones que allí tenía se van perdiendo”, explicó.

Personalidades que son incapaces de generar imágenes mentales

Aunque pueda parecer una contradicción, la incapacidad para imaginar no necesariamente afecta la creatividad de una persona. “La afantasía no es una barrera para el éxito. Tampoco es un límite a nuestro potencial”, aseguran desde la Aphantasia Network, una organización internacional que busca sensibilizar e informar sobre esta condición.

Y para probar sus afirmaciones indicaron: “Ed Catmull, cofundador de Pixar y expresidente de Walt Disney Animation Studios; Craig Venter, el biólogo que secuenció por primera vez el genoma humano; Blake Ross, creador de Mozilla Firefox; o el ganador del Oscar Glen Keane, creador de “La Sirenita” tampoco tiene imágenes visuales.

RM / Gi

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