NUEVA YORK.- Ayer vinieron los Reyes Magos. Mañana los chicos vuelven a clase. Oficialmente se acaba el período de las vacaciones de Navidad en la Gran Manzana.
Es un poco triste la vuelta a la normalidad porque se sacan las luces que decoran las calles que dan un chute de alegría a la ciudad cuando a las cuatro de la tarde ya es de noche. Los arbolitos de navidad (que nunca, nunca, porque sería el horror de los horrores, son plásticos), se abandonan en las esquinas listos para ser recolectados y transformados en abono. Hasta el pino gigante de Rockefeller Center se convierte en madera para construir casas para personas de bajos recursos. Todo muy loable, pero uno siente que se fue esa magia del invierno en la ciudad que uno vio en innumerables películas y sólo queda el frío. Por muchos meses más. Encima, para alguien como esta cronista que disfruta enormemente al hacerlo, se acaba la excusa de escribir columnas sobre temas de fin de año.
Pero The New York Times vino al rescate, al publicar una nota de tapa sobre el Cinepanettone que generó un furor en EE. UU. que, por supuesto, había que reportar. Traducido literalmente como “cine-pan dulce”, el Cinepanettone es un género de comedias italianas sobre el tema de las vacaciones de fin de año en la nieve plenas de estereotipos libidinosos y chabacanos -”umorismo da toilette” lo resumió La Repubblica en una nota reciente. Porque hasta el matutino romano se hizo eco del sorprendente interés despertado ahora entre los norteamericanos por estas comedias de enredos que mantienen siempre la misma fórmula: turistas ostentosos que vienen de distintas partes del país que compiten entre sí con algún romance non sancto entemezclado.
«Según el matutino, ahora productores y fanáticos del Cinepanettone están tratando de capitalizar en la nostalgia y rehabilitarlos como clásicos de culto que elevaron a una forma de arte “el amor de Italia por el tema de meter los cuernos, el humor escatológico y el lenguaje ordinario que resulta cuando los italianos de diferentes clases y regiones chocan”»
Recientemente se cumplieron 40 años de Vacanze di Natale, el film con el que arrancó la serie, y una serie de festejos en Cortina D´Ampezzo (el centro de esquí donde transcurren varios de los films Cinepanettone más emblemáticos), marcaron la ocasión.”Nunca considerados aptos para el consumo en el extranjero, eran films para fanáticos que apreciaban una porción de la cultura italiana durante el cambio de siglo hedonista y despreocupado -explicó The New York Times-. Para los críticos, sin embargo, reflejaban el consumismo y el sexismo de la era Berlusconi que, como un secreto vergonzoso, era mejor guardarlo en la familia.
Después de décadas de éxito, sus estrellas envejecieron, las plataformas de streaming tomaron el control y los gustos y la economía de la industria cambiaron. Pero, según el matutino, ahora sus productores y fanáticos están tratando de capitalizar en la nostalgia y rehabilitarlos como clásicos de culto que elevaron a una forma de arte “el amor de Italia por el tema de meter los cuernos, el humor escatológico y el lenguaje ordinario que resulta cuando los italianos de diferentes clases y regiones chocan”.
Un amigo de esta cronista, Stefano Larese, nació y creció en Cortina. “Nos divertía estar entre los actores cuando se filmaba -reconoció-, pero los personajes nos parecían simplemente una curiosidad alegórica de cualquier centro turístico aspiracional de la cultura popular”. El interés que ahora brotó del otro lado del Atlántico ya se sugiere que podría explicarse porque, tras tanta corrección política, existe una renovada fascinación por las transgresiones de mal gusto -sobre todo si son otros quienes la cometen. Y como es difícil conseguir el film en las plataformas de streaming, hay esperanza de que las instituciones italianas organicen un “Vacanze di Natale Day” este invierno en Nueva York, como ya se hizo en Cortina: con una proyección en la pantalla grande y con los asistentes vestidos a la moda de centro invernal de los ´80. Encima, la banda de sonido del film tiene el ultraclásico de la década “I love Chopin”, que es un viejo favorito neoyorquino del karaoke. Para acabar con la depresión por el fin de las fiestas, la oportunidad de ver la película podría ser un remedio original y, ni que hablar, totalmente inesperado.