A pedido de la vicepresidenta, los apoderados bonaerenses de Unión por la Patria piden que el Intendente de Tigre tenga dos listas, una con Juan Grabois y otra solo con Axel Kicillof. La trama del enfrentamiento.
El próximo Presidente deberá gobernar una Argentina con 1.298 municipios. Lo que nunca se vio es que uno de los candidatos a conducir el país se niegue a llevar en su lista a un intendente del Conurbano con dos mandatos consecutivos y en busca de una nueva reelección. Eso es lo que pasó en Tigre y trata de explicar lo inexplicable: el enfrentamiento de Sergio Massa con el jefe comunal Julio Zamora.
Al bajar a Zamora, Massa está deliberadamente rechazando los votos que el jefe local podría arrimarle ya que el 13 de agosto el intendente irá solo en la boleta de Juan Grabois. Curioso, el ministro de Economía toma una decisión que favorece a su contrincante en la primaria de Unión por la Patria.
Obvio, lo hace para ayudar a su mujer, Malena Galmarini, que le compite a Zamora por la intendencia. Sería un signo de debilidad de Massa por dos cosas: la primera es que contamina su campaña nacional con una riña en Tigre, su pago chico. La segunda es el motivo por el cual Massa habría operado para que la Cámara Nacional Electoral baje a Zamora: el propósito obedecería a que las encuestas la estarían dando como perdedora a Galmarini.
Massa le avisó a Máximo Kirchner lo que iba a hacer en contra de Zamora. Pero no a Cristina, que se enojó cuando se enteró y ordenó a los tres apoderados bonaerenses que ayuden al intendente de Tigre.
Así, Facundo Tignanelli, Sebastián Blanco y Eduardo López Wesselhoefft pidieron a la Justicia Electoral que se le otorgue a Zamora una segunda lista, además de la que encabeza Grabois. Esa nueva boleta tendría dos cuerpos, la de Axel Kicillof y la municipal. Es decir, sin candidato a Presidente.
«Esto que están pidiendo es, al menos, extraordinario. La verdad, jamás nos llego algo similar. Se debería de vuelta llamar a una audiencia de boletas en las que participan todos los partidos y coaliciones políticas para este caso particular. Muy extraño todo. Esto aparenta ser una pelea entre integrantes de una misma coalición (por Unión por la Patria) que como no la pueden resolver políticamente decidieron judicializarlo«, le dice a Clarín un miembro muy importante de la Cámara Nacional Electoral.
También ante Clarín, un dirigente peronista de alto rango que por su cargo partidario tiene un papel protagónico en el Massa/Zarmora Gate, reconoce: «Desde un principio la orden de Cristina era que Julio (Zamora) pueda llevar las dos boletas (la de Massa y Grabois) como la que también tendrá Malena (Galmarini). Todos sabemos que Sergio le propuso a Julio una banca en la legislatura bonaerense para que se baje como candidato a intendente. Zamora habría aceptado si su mujer, Gisela, era primera candidata a concejal de Malena. Sergio no quiso y se rompió todo. Después operó con Olmos para que la Justicia le niegue a Julio la boleta».
La orden de Cristina de darle una nueva lista corta a Zamora con Kicillof a la cabeza, la transmitieron los secretarios privados de la vicepresidenta, Mariano y Diego. El problema fue que ese encargo era tan insólito y rebuscado que hasta el Juez Federal Electoral de primera instancia y muy cercano kirchnerista, Alejo Ramos Padilla,l tuvo que rechazarlo por improcedente y fuera de lugar.
Tal es la determinación de Cristina de interceder en la trifulca de Tigre que hasta dio una segunda orden: que apelen la decisión de Ramos Padilla. Ahora los que deberán decidir son los tres jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones, Daniel Beja, Santiago Corcuera y Alberto Dalla Via. Los dos primeros ya habían fallado a favor de Massa cuando el ministro pidió extirpar a Zamora de su lista.
Otra curiosidad: Massa, a través del operador y apoderado nacional de Unión por Todos, Juan Manuel Olmos, fundamentó su pedido para bajar a Zamora debido a una «evidente falta de comunión política». Lo sorprendente (o no tanto) es que Malena Galmarini, que también integra la boleta que lleva a Grabois como Presidente, acaba de despotricar contra el piquetero: «Votar a Grabois es tirar el voto a la basura», atacó buscando potenciar a su marido. Salvo que estemos inventando un nuevo diccionario, lo de la Jefa de AySA tampoco podría ser interpretado como mucha «comunión política» que digamos.
M.R.